50 años del Manifiesto de Bellaterra: Reflexiones sobre una Universidad Democrática

El Manifiesto, elaborado por Francesc Espinet y Josep Montserrat, fue presentado el 11 de febrero de 1975 como una propuesta para construir una “Universidad nueva en una sociedad democrática”

Ponencia del Dr. Jordi Sancho junto al rector de la UAB, Javier Lafuente

Ponencia del Dr. Jordi Sancho junto al rector de la UAB, Javier Lafuente

MP

El pasado 11 de febrero se celebró el cincuenta aniversario del Manifiesto de Bellaterra, un documento fundacional que marcó un punto de inflexión en la historia de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y en el proceso de democratización universitaria en España. Este manifiesto, redactado en un contexto de lucha antifranquista, propuso un modelo universitario nuevo, comprometido con los valores democráticos y con una sociedad más justa.

En un acto conmemorativo, celebrado en el salón de actos de la UAB, el doctor Jordi Sancho, doctor en Historia comparada, política y social por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha hecho una interesante ponencia sobre qué ha significado para el conjunto social, académico y universitario el manifiesto que se elaboró en esta Universidad.

Contexto histórico: Una universidad en crisis

Los profesores no numerarios se autopercibían como trabajadores de la educación y la investigación, ejerciendo en un sistema de enseñanza superior del pueblo y para el pueblo.

Jordi SanchoDoctor en Historia comparada, política y social por la Universidad Autónoma de Barcelona

Durante los años 60 y 70, la universidad europea vivía una transformación profunda. En España, este proceso se entrelazó con las luchas contra la dictadura franquista. La UAB se convirtió en un espacio clave para estas reivindicaciones, lideradas por el colectivo de los profesores no numerarios (PNN), que representaban el 85% de la plantilla docente en el curso 1974-75. Este colectivo, precarizado y sin estabilidad laboral, no sólo buscaba mejoras laborales, sino también una transformación profunda del sistema universitario. El doctor Jordi Sancho destaca que estos profesores “se autopercibían como trabajadores de la educación y la investigación, ejerciendo en un sistema de enseñanza superior del pueblo y para el pueblo” y reivindicaban una alternativa democrática para la universidad.

Principios fundamentales

El Manifiesto, elaborado por Francesc Espinet y Josep Montserrat, fue presentado el 11 de febrero de 1975 como una propuesta para construir una “Universidad nueva en una sociedad democrática”. Aunque el claustro general del 15 de marzo no aprobó el documento original, sí ratificó un texto alternativo basado en sus principios. Entre los puntos clave del Manifiesto destaquen:

1. Universidad democrática y libre: Una institución que superara la reproducción ideológica dominante y garantizara derechos humanos fundamentales como la no discriminación y el derecho de asociación.

2. Universidad autónoma y pública: Reivindicaba una gestión interna democrática y una financiación pública orientada a objetivos educativos, culturales y sociales.

3. Universidad al servicio de la sociedad: Planteaba una universidad abierta a todos con igualdad de oportunidades garantizada por sistemas de puntas de proa.

4. Universidad Nacional Catalana: Proponía el uso preferente del catalán como lengua docente y una adaptación de los contenidos académicos a las necesidades sociales del territorio.

Impacte histórico

El doctor Jordi Sancho subraya que el Manifiesto “representa el nivel más elevado conseguido por el movimiento de los profesores no numerarios”, convirtiéndose en un referente para otras universidades españolas durante los procesos constituyentes posteriores a 1976. A pesar de las tensiones internis entre diferentes sectores universitarios, los principios democráticos prevalecieron en muchas instituciones académicas.

Reivindicación actual

Cincuenta años después, los valores del Manifiesto siguen siendo plenamente vigentes. En un contexto universitario marcado por el individualismo creciente y la excesiva burocratización científica, es necesario recuperar espacios colectivos de reflexión sobre la función social de la universidad. Durante la conferencia conmemorativa, el doctor Sancho afirmaba: “La lógica productivista y cuantivista en la que ha entrado la producción científica a menudo nos resta tiempo para reflexionar sobre la función social de nuestro trabajo”. Así pues, el legado del Manifiesto no es sólo un recuerdo histórico; es también un llamamiento a la acción para construir una universidad comprometida con los valores democráticos.

Conclusión

La conmemoración de los 50 años del Manifiesto de la Universidad nos invita a reflexionar sobre el papel transformador que puede tener la universidad en momentos de incertidumbre política y social. Como ha apuntado los impulsores del documento original, sólo mediante el pensamiento crítico colectivo podremos avanzar hacia instituciones académicas realmente al servicio de la sociedad.

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