La SEME (Sociedad Española de Medicina Estética), ha querido pronunciarse ante la frecuencia de los casos en los que los tratamientos inyectables aportan resultados indeseados: el pasado invierno inició el proyecto divulgativo, “Tu cara ya no me suena” con el que pretende educar al paciente.
De esta manera toma cartas en ese asunto que ya chirriaba en exceso en la sociedad: a nadie se le escapa un rostro artificial o que en lugar de mejorar y rejuvenecer (objetivos por los que pagó) ha perdido toda personalidad. Ni personas de la calle con las que nos cruzamos, cuya procedencia desconocemos, ni celebrities que probablemente han recurrido al mejor profesional de su país, se libran de ello.
No voy a mentir: además de cuidarme con el ejercicio y la alimentación, me pongo bótox”
Pese a todo, la SEME sigue insistiendo en la enorme cantidad de casos en que tras la mala praxis se encuentra un profesional no autorizado por la Consejería de Sanidad. También en la intrusión: este tipo de procedimientos solo pueden ser realizados por médicos. Y en muchos casos lo llevan a cabo personas que no lo son.
Tu cara ya no me suena insiste en que si no hay identificación que certifique que el profesional es médico, y al solicitarla el cliente se encuentra con trabas, es mejor abandonar el centro. Una vez que todo eso está en orden, cuando se tiene la seguridad de que es un médico quien va a realizar el tratamiento, el paciente debe seguir exigiendo algo: el sello de cada producto que se le inyecte. Esto se hace con una pegatina en la que aparece el número de registro del material.
La importancia de la historia clínica: el 'pasaporte de belleza'

Las cirugías y rellenos estéticos que suelen causar deformidades en el rostro son realizados, en su mayoría, por especialistas no acreditados
Desde Teoxane, - compañía líder en fabricación de rellenos de ácido hialurónico-, nos explican que “según la normativa básica reguladora de la autonomía del paciente y la de productos sanitarios, los pacientes siempre han tenido derecho a recibir información detallada sobre el producto que se les inyectaba y los médicos han estado obligados a proporcionar dicha información. Con la nueva normativa de productos sanitarios, los fabricantes de los rellenos deben proporcionar, junto con el producto implantable, una tarjeta que incluya la información detallada (marca, referencia, fabricante, número de lote…) para que el médico se la entregue al paciente”.
Y ya estamos de lleno en el meollo de la cuestión. Desde hace años existen profesionales haciendo hincapié en la importancia del uso de una herramienta que llamamos 'pasaporte beauty'. Se trata de un documento que pertenece al paciente y en el que queda constancia de cada tratamiento médico-estético que recibe: en él puede verse la fecha del procedimiento, el tipo de tratamiento, la zona en la que se ha aplicado, el nombre del médico que lo ha llevado a cabo, la técnica utilizada y el código de barras del material inyectado.
Los fabricantes de los rellenos deben proporcionar una tarjeta que incluya la información detallada”
En toda relación médico-paciente la historia clínica es clave. Su correcta elaboración no solo mejora la atención: es clave para un buen diagnóstico, una prescripción correcta y para identificar síntomas que pueden ayudar en la detección precoz de enfermedades.
¿Por qué esto no se aplica en la medicina estética? Una historia clínica bien estructurada permite un mejor seguimiento de los tratamientos realizados y una evaluación más precisa de los resultados obtenidos. Es importante especialmente cuando se produce alguna reacción adversa. La trazabilidad de los productos utilizados es esencial en estos casos y el código de barras del material inyectado permite identificar de manera precisa el producto utilizado, su lote y fecha de caducidad.

El pasaporte de belleza es un documento donde aparecen todos los procedimientos realizados al cliente
Sin embargo, aún son pocos los pacientes que tienen ese documento con su historial, y que lo llevan a consulta. La doctora -y kol de Teoxane- Camino Guallar, nos cuenta que “la mayoría sí lo tiene, pero lo olvida en su casa. No consideran relevante el traerlo cuando vienen a una primera visita, aunque hayan estado antes tratados por otro doctor”.
Pero también es cierto que no todos los médicos (y podemos incluir a algunos de los más afamados) tienen incorporado el hábito de entregar a su paciente una hoja con los códigos de barras del material inyectado. No es el caso de Guallar: “Nosotros se lo damos a todos nuestros pacientes. Me parece que es importante que sepan qué producto llevan, cuándo se trató, y la localización”.
La ecografía: otra herramienta que reduce riesgos
La ecografía se utiliza en todas las especialidades de la medicina. Y en estética es también una poderosa herramienta porque aporta información tan relevante como esta:
- Permite identificar materiales infiltrados previamente. Se pueden visualizar materiales de relleno como ácido hialurónico, hidroxiapatita cálcica, silicona líquida, biopolímeros y otros. Este conocimiento puede evitar interacciones indeseadas.
- Ayuda en las nuevas infiltraciones. Con la ecografía el profesional puede evaluar si hay espacio anatómico adecuado para nuevos rellenos. Y además sirve de guía para seleccionar el plano correcto de aplicación. Evita inyecciones vasculares que generarán hematoma (que, por otro lado, en muchas ocasiones termina convirtiéndose en mancha). Esta visualización evita otras complicaciones mayores.
- Genera una evaluación del estado. Permite la realización de un diagnóstico certero: con una ecografía pueden detectarse granulomas, migración de productos, fibrosis y encapsulamientos. Eso es fundamental especialmente en la realización de procedimientos correctivos.
- Permite un seguimiento más completo. La imagen permite al profesional ver cuánto relleno permanece pasado el tiempo y evaluar con más objetividad su eficacia.
¿Qué mejoraría con el uso de la ecografía y del historial?

Un ecógrafo se puede utilizar de varias formas para asegurar un buen resultado del procedimiento analizando el área de trabajo
Tanto la ecografía como la información detallada del pasaporte de belleza serían herramientas importantes para prevenir complicaciones, elegir productos adecuados e incluso decidir cancelar la infiltración. Con su uso,- además de con los consejos del proyecto de la SEME-, se podrían garantizar resultados más seguros y naturales.
Se prevendrían errores por falta de información, se planificaría un tratamiento mucho más a medida, se evitarían zonas con fibrosis o riesgo vascular, ayudaría al profesional a decidir si hay que disolver antes de infiltrar y se manejarían mejor las complicaciones.

La supermodelo de los noventa, Cindy Crawford
'Celebrities' y pinchazos
En general hay todavía poca naturalidad a la hora de reconocer que se ha recurrido a la medicina estética. La mayoría de las celebrities que lo hacen es porque se han visto empujadas a dar explicaciones tras un mal resultado que ha sido visto públicamente. Por eso es más frecuente escuchar historias de arrepentimientos que de alegría. Pero hay de todo. Cindy Crawford, por ejemplo, es de las pocas que lo ha reconocido en varios medios. “No voy a mentir: además de cuidarme con el ejercicio y la alimentación, me pongo bótox y rellenos desde hace años”. Courteney Cox, en cambio, ha hablado de su mala experiencia: “Quise parar el reloj y al final me vi con una cara muy falsa”.