Kai Trump es la mayor de los diez nietos de Donald Trump y la preferida de su abuelo. Kai es estudiante, golfista e influencer con 1,7 millones de seguidores en Instagram y un canal de Youtube con 1,14 millones de suscriptores donde sus vídeos descubriendo rincones de la Casa Blanca acumulan millones de visualizaciones. Si el protagonista es el abuelo, el éxito se multiplica.
Kai anima al presidente de Estados Unidos a bailar el YMCA para celebrar la Pascua, pone a prueba el estado de forma del servicio secreto corriendo entre el monumento de Lincoln y el memorial de la Segunda Guerra Mundial, se entretiene con el simulador de golf de la residencia oficial y se sienta en la silla del presidente en el despacho oval con Ronald Reagan colgando de la pared y sus hermanos adorándola. “Quizás algún día”, había dicho el verano pasado en la convención republicana en Milwaukee.

Kai Trump durante su intervención en la convención republicana
Los estrategas políticos saben cuánto vale el discurso fresco de la joven y que, con permiso de Barron Trump, que ha participado en la campaña digital de su padre pero que rehúye las intervenciones públicas, Kai es la heredera natural en las redes. Mientras en el primer mandato fueron Ivanka Trump, segunda hija del presidente, y su marido, Jared Kushner, quienes asumieron el protagonismo, ahora el hijo mayor, Donald Trump Jr, se ha convertido en el guardián del trumpismo y su hija Kai, en la gran esperanza.
Kai es carismática, los medios la han lanzado a una competición de estilo con su tía Ivanka -aunque misteriosamente siempre calce las mismas sandalias de tacón- y, a partir de hoy, hay campo libre para exponerla sin piedad. La Fox lo sabe y ha corrido a felicitarla por sus 18 años en sus redes sociales.
La joven es el objeto de miles de mensajes y, de paso, de supuestas críticas por cómo ha celebrado la mayoría de edad. Con vestido corto negro, tacones de vértigo y ganas de juerga, como sus amigas, Kai colgó un vídeo en Tiktok en el que bailotea Promiscuous, de Nelly Furtado, y hace lip-synch, el playback de toda la vida, con una frase muy concreta: “Promiscuous girl, you're teasing me / You know what I want, and I got what you need”.
Grok relata en X un debate que el algoritmo no muestra en tu timeline. Según el bot de la red de Elon Musk -para Kai, “Elon alcanza el estatus de tío”- y algunos tuiteros conservadores, se critica a la joven por tener una actitud “inapropiada” para su estatus y valores conservadores. Pero hay que clicar mucho para encontrar alguna crítica frente al aluvión de mensajes de apoyo a una adolescente que se comporta como tal en las redes sociales. La polémica es tan artificial que parece orquestada para comprobar si Kai hace subir la temperatura y, de paso, los índices de aprobación de su abuelo.
Una falsa polémica digital puede servir para ensalzar a su protagonista o para intentar hundirlo socavando su imagen pública. Depende de las cuentas que la alimenten y sus objetivos. Se puede convertir un pañuelo de papel en una supuesta bolsa de cocaína y asegurar, sin ruborizarse, que el presidente francés, Emmanuel Macron, la compartía con el primer ministro británico y el canciller alemán durante su viaje en tren a Kiev para mostrar su apoyo a Ucrania.
La propagación del bulo es tal que el Elíseo emitió el domingo por la noche un comunicado: “Cuando la unidad europea se interpone, la desinformación llega al extremo de hacer pasar un simple pañuelo por droga”. Es lo que tiene el algoritmo, te hace bailar al son de Nelly Furtado o atragantarte con conspiracionistas como Alex Jones. ¡Un kleenex, por favor...!