Mi profesor ChatGPT

A la temida selectividad llega la primera generación que estudia con IA. Los adolescentes se han acostumbrado a “conversar” con los chatbots y los han integrado tanto en su cotidianidad que los usan para todo, no solo para obtener información como hacían con Google. También para organizar viajes, buscar recetas o relajarse pidiendo a la IA que cree lecturas inventadas guiadas por sus instrucciones. Naturalmente, el ámbito del estudio no es ajeno a la probatura. Su finalidad es cómo sacar el mejor partido a estas aplicaciones para el fin que se les exige: aprender. Prueban y comparten. Y van adquiriendo una rica información: eficaz con resúmenes, bueno explicando de forma sencilla contenidos, aceptable en simulaciones de exámenes. Efectivo también para organizar tiempo de trabajo y descanso en función del material que estudiar.

Pero, ojo, se dicen, si lo hace todo, te parece que aprendes, y no es así. Es, además, demasiado generoso poniendo notas y poco fiable en algunas respuestas. A esto en pedagogía se le llama “lear­ning by doing”. Un aprendizaje extracurricular sobresaliente.

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