El trato entre seres humanos desconocidos conlleva una distancia, una delicadeza y un tanteo respetuoso ante un ser con el cual no hemos hablado jamás. En cambio, tratar a alguien desconocido de tú supone una violación de su intimidad, así como una falta de respeto flagrante. Esta moda del tuteo no es espontánea, sino impuesta a los trabajadores de multitud de empresas, públicas y privadas, que están al servicio de los ciudadanos.
Yo he transmitido mi malestar al ser tuteado por alguien que no conozco y su respuesta ha sido: “Es política de empresa”. Las políticas de empresa acaban donde comienza mi intimidad. Y cuando alguien habla conmigo, ya está entrando en mi intimidad. Y esa puerta verbal, para dirigirse a mí, se llama usted. Me da vergüenza ajena, por ejemplo, escuchar las noticias de la radio con esa violencia verbal cuando dicen, sin recato, “te cuento” o “déjame que te cuente”.
Nadie me tiene que contar nada. Yo deseo escuchar las noticias de manera objetiva y neutra. Y yo sacaré mis conclusiones. No soy ningún niño al que tienen que contar cuentos. Limítense a ser profesionales de su trabajo. Ese tuteo ridículo me transmite intimidación.
José-Fermín Peña Bueno
Granada