Ayuso y los doce apóstoles del PP

En paralelo

Una pareja se da un apasionado beso sobre el lema “Con dos lenguas lo pasamos mejor”. La imagen estuvo durante años en el despacho de Daniel Sirera, actual líder del PP en Barcelona, y formaba parte de una campaña de Nuevas Generaciones de 1999. Entonces, José María Aznar hablaba catalán en la intimidad por obra y gracia del pacto del Majestic con CiU y hasta se atrevía a recitar a Pere Gimferrer. El entonces presidente había cubierto a la ultraderecha con su manto, pero el manto se hizo pequeño y Santiago Abascal se hizo mayor.

Hoy, el PP de Alberto Núñez Feijóo no solo compite con Vox, tiene que digerir los caprichos y la agenda propia de la presidenta de la Comunidad de Madrid y los avatares judiciales de su pareja. Ayuso es amante de las cañitas, las terracitas y de su libertad, que no incluye el respeto a los derechos lingüísticos recogidos en la Constitución ni el respeto institucional y cultural hacia el resto de comunidades.

CONFERENCIA DE PRESIDENTES AUTONÓMICOS. AYUSO TRAS SALUDAR A ILLA

Illa y Díaz Ayuso, en Pedralbes

Mané Espinosa

La presidenta de Madrid no se lo pasa mejor con dos lenguas como aquellos jóvenes cachorros del PP en Catalunya. Cree que hablar en catalán en una conferencia de presidentes es “provincianismo secesionista”, así que se levanta y se va hasta que se restablece el monolingüismo. El provincianismo uniformista no es exclusivo de Ayuso. El Gobierno vasco se quejó de que los presidentes de Murcia, Valencia, Aragón, Castilla y León, Extremadura y Melilla rehusaron hacer uso del pinganillo para seguir la intervención en euskera del lehendakari Imanol Pradales.

El desplante de Ayuso deja en falso a los presidentes de Galicia y Baleares, que utilizan sus dos lenguas y reivindican su singularidad. La uniformidad va en contra de los estatutos de las comunidades. De estas, cinco se definen como nacionalidad histórica; tres, como nacionalidad; otras tres se declaran comunidades históricas; una, comunidad foral; cuatro, comunidades a secas , y una, región. Un Estado plurinacional que, según Ayuso, “no somos”.

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La presidenta de Madrid y los otros doce apóstoles autonómicos del PP se habían conjurado para ejecutar un boicot anunciado a la cita de presidentes. Primero, imponiendo al Gobierno un orden del día ina­barcable; después, alimentando un conflicto lingüístico inexistente y, finalmente, relegando los intereses de sus comunidades para convertir la cita en el prólogo de la concentración convocada por Feijóo para mañana en Madrid. El problema de Madrid no es la vivienda; el de Valencia no es la financiación... El único problema que une a los barones del PP es la resiliencia de Pedro Sánchez. Y la de sus socios de investidura.

La reunión de Barcelona ha reproducido el clima insurreccional y poco edificante instalado en el Congreso. Los barones del PP han proclamado el colapso de la legislatura española y certificado el fin del Gobierno de Pedro Sánchez sin presupuestos, sin capacidad legislativa y presionado por causas judiciales familiares y tramas de bajos fondos. Feijóo lo ha fiado todo a la destrucción del presidente del Gobierno, pero la agonía será compartida.

La legislatura durará lo que quiera Sánchez, que, de momento, mantiene su calendario de convocar en el 2027. Sus socios no tienen ningún incentivo para hacerlo caer por la derecha ni por la izquierda. Contra el PP, Junts y PNV viven mejor; y Podemos necesita el Congreso como plataforma para seguir ahogando a Sumar.

En un clima insurreccional, la bilateralidad se erige como más productiva

Dos años es demasiado tiempo para que los presidentes autonómicos renuncien a cerrar acuerdos con el Gobierno. Demasiado tiempo para no avanzar en financiación, renunciar a la condonación de la deuda del FLA que ofrece el Gobierno o a recursos para vivienda pública.

La reunión de Barcelona debía certificar la lealtad institucional de la presidencia de Salvador Illa, y lo que deja es una obligada reflexión sobre el futuro de las conferencias de presidentes. El artículo 56 del reglamento del Senado prevé celebrar cada año un debate sobre el Estado de las autonomías. El último fue hace ¡20 años! Las citas de presidentes instauradas por José Luis Rodríguez Zapatero se justificaron para acabar con los monólogos sin ninguna operatividad. Los mismos motivos que esgrimió el lehendakari para pasar página y reivindicar “con más fuerza que nunca” la bilateralidad. La que ha facilitado, por ejemplo, todos los pactos de financiación.

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