Así viven en la cárcel los padres de “la casa de los horrores” de Oviedo: con mascarilla, sin acercarse a nadie y siempre juntos

En prisión

El matrimonio, que convive en el mismo módulo de la Unidad Terapéutica y Educativa de la cárcel de Asturias, apenas se acercan al resto de los presos y no se quitan la mascarilla

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La cárcel de Asturias

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Tras encerrar a sus tres hijos de entre 8 y 10 años sin escolarizar y encerrados entre excrementos en un chalet rural popularmente conocido como “la casa de los horrores” de Oviedo desde diciembre de 2021 hasta el pasado 29 de abril, cuando los menores fueron rescatados, los padres permanecen en la cárcel de Asturias. ahora han trascendido cómo actúan dentro de la cárcel. Así se desprende de la información publicada por La Nueva España.

El matrimonio convive en el mismo módulo de la prisión, en la Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) del centro penitenciario. Ninguno de ellos mantiene relación con otros reclusos; solo hablan con el personal del centro y con los “internos de apoyo”, que son presos que ayudan a los recién llegados a adaptarse a la vida entre rejas.

La UTE de esta prisión es un módulo mixto, aunque el número de mujeres es bastante inferior al de los hombres, según señala el citado medio. “Ahora mismo habrá alrededor de 20 y unos 130 hombres, aproximadamente”, señalan fuentes de la prisión. El matrimonio, formado por un alemán de 53 años y una estadounidense de 48, no duerme en la misma celda. Y es que las mismas fuentes explican que “en la UTE hay un régimen mucho más flexible que en otros módulos de la cárcel, pero los hombres no duermen con las mujeres”. 

Vida en prisión

Personal de la cárcel explica que los padres de los niños recluidos no hablan con nadie y están obsesionados con no contraer enfermedades

“No se separan”, explica otra de las fuentes consultadas por La Nueva España. Comentan que “coinciden al menos cuatro horas por la mañana y otras cuatro por la tarde”, han explicado en conversación con el medio. Están juntos a la hora de las comidas, en el patio del módulo y siempre que pueden. “Entre unas cosas y otras, puede que se junten cuatro horas por la mañana y otras tantas por la tarde”, han explicado las fuentes consultadas.

Obsesionados con la posibilidad de contraer cualquier enfermedad, no se quitan la mascarilla en ningún momento. Este “miedo patológico” era transmitido por este matrimonio y que pudo haberse generado a raíz de la pandemia. “La tienen todo el día puesta y procuran evitar a todos los que se acercan a ellos. El acompañamiento se les ha impuesto a su llegada a prisión y es algo que tienen que aceptar, pero son bastante reticentes. Es como si tuviesen miedo al contagio”, han afirmado fuentes del centro penitenciario.

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Esa “obsesión” por no acercarse a otros seres humanos es la que les habría llevado a mantener encerrados a sus tres hijos en Oviedo desde Alemania. Y es que, cuando los agentes de la Policía Local entraron por primera vez en el lugar para liberar a los pequeños y para detenerles, el matrimonio les pidió que se pusieran mascarillas y que guardaran las distancias con ellos y con sus hijos.

En la cárcel “van totalmente su bola. Son prudentes y están bastante tranquilos. Como suele pasar con todas las personas que entran por primera vez procuran pasar desapercibidos”, aseguran quienes han coincidido con ellos, según publica el citado medio. “El idioma tampoco les facilita las cosas, aunque en la cárcel tienen acceso a un traductor. No obstante, algunos trabajadores han comprobado que algo de español hablan”, han añadido.

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