Los países se alían para eliminar los plásticos del medio ambiente

ECOMAG. Día Mundial del Medio Ambiente

Reducir la producción y el uso, la economía circular y las soluciones basadas en la naturaleza son algunas de las fórmulas que están barajando para mitigar nuestra dependencia de los plásticos y eliminar los residuos acumulados

La isla de Jeju en Corea del Sur, sede de la conmemoración este año, cuenta 
con una zona volcánica y de chimeneas de lava declarada Patrimonio de la 
Humanidad por la UNESCO

La isla de Jeju en Corea del Sur, sede de la conmemoración este año, cuenta con una zona volcánica y de chimeneas de lava declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO 

Getty Images

Somos adictos al plástico. Los seres humanos producimos más de 430 millones de toneladas de plástico al año y la mayor parte acaba en mares y océanos. El plástico es un material duradero, barato y omnipresente en nuestra vida, pero supone un gran problema para el medio ambiente y para la salud de las personas. Los científicos ya han demostrado que comemos y respiramos plástico. 

Por todo ello, Naciones Unidas ha insistido un año más –ya lo hizo en 2023– en dedicar el Día Mundial del Medio Ambiente a la contaminación por plásticos. La República de Corea es la anfitriona de la celebración y, en especial, la isla de Jeju que lidera los esfuerzos del país para reducir la contaminación por plásticos. De hecho, el Gobierno local declaró el 2022 su objetivo de estar libre de este tipo de residuos en 2040. 

Una tarea nada fácil, porque el plástico es un material muy resistente y puede permanecer en el medio natural más de 450 años antes de desaparecer. Además, su producción crece y el reciclaje es escaso, lo que genera toneladas de residuos. Se calcula que, cada minuto, el equivalente a un camión de basura se vierte en nuestros océanos. 

Este día del medio ambiente se celebra dos meses antes del próximo encuentro para continuar las negociaciones hacia un tratado global contra la contaminación por plásticos. El anterior se realizó en Busan (Corea), el pasado diciembre y la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen, ya reiteró que “el compromiso mundial de poner fin a la contaminación por plásticos es claro e innegable. Las conversaciones nos han acercado a acordar un tratado global jurídicamente vinculante que protegerá nuestra salud, nuestro medio ambiente y nuestro futuro de la avalancha de contaminación por plásticos”.

Los gobiernos confían en las medidas basadas en la naturaleza y la economía circular para reducir la contaminación plástica. Y es que, según Naciones Unidas, aproximadamente 7.000 millones de las 9.200 de toneladas de plásticos producidas entre 1950 y 2017 se convirtieron en residuos que acabaron en vertederos, incinerados o fueron arrojados al medio ambiente. Las mismas fuentes advierten de que mientras el 46% de los residuos plásticos se deposita en vertederos, el 22% se gestiona de manera inadecuada. Y en cuanto al reciclaje, supone solo un 10% del total.

Todos estos residuos, si no se gestionan bien, acaban en ríos, mares y océanos, poniendo en peligro la fauna y la flora acuáticas. La basura marina perjudica a al menos 800 especies y se cree que más del 90% de todas las aves y peces tienen partículas de plástico en sus estómagos. El exceso de este residuo también puede impedir que la vida acuática reciba luz y oxígeno.

Colillas, bolsas y botellas

Las colillas de los cigarrillos, cuyos filtros contienen pequeñas fibras de plástico, son los deshechos que más se encuentran, seguidas de los envoltorios de comida, las botellas de plástico, los tapones, las bolsas de supermercado y las pajitas. Actualmente se estima que existen entre 75 y 199 millones de toneladas de plástico en nuestros océanos, y si no cambiamos la forma de producir, usar y eliminar el plástico, la cantidad de basura podría triplicarse en 2040. 

Según un estudio publicado en la revista científica Nature y liderado por la Universidad de Leeds (Reino Unido), actualmente se vierten cada año en el medio ambiente 52 millones de toneladas de productos plásticos. Unos desechos que, colocados en línea, darían la vuelta al mundo más de 1.500 veces. 

Producimos más de 430 millones de toneladas de plástico al año que, en su
mayor parte, acaba en mares y océanos. 

Esta contaminación no solo afecta a animales y plantas, sino que repercute en la salud de las personas. Los expertos de Leeds aseguran que más de dos tercios de la contaminación plástica procede de la basura no recogida, ya que casi 1.200 millones de personas –el 15% de la población– carece de estos servicios. En estos países, las bolsas de plástico pueden obstruir las alcantarillas y proporcionar espacios de cría para mosquitos, por ejemplo, y aumentar la probabilidad de la propagación de enfermedades como la malaria.

Además, en 2020 se quemaron sin ningún control unos 30 millones de toneladas de plásticos, según el artículo de Nature. Una quema que tiene efectos nocivos en la salud y que puede provocar un aumento del riesgo de enfermedades cardiacas, y agravar problemas respiratorios.

Los residuos plásticos que acaban en los océanos no desaparecen por completo. Se descomponen y se convierten en microplásticos o nanoplásticos que pueden penetrar en el cuerpo humano a través de la inhalación y la absorción, y acumularse en los órganos. Se desconoce el impacto de estos microplásticos en la salud humana, pero sí se sabe que algunas sustancias químicas que llevan asociados son muy perjudiciales para la salud.

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