Los tres grandes milagros de la medicina del siglo XX han sido la introducción de los antibióticos, la generalización de las vacunas y el trasplante de órganos. En este último campo, el doctor Antonio Caralps fue un pionero indiscutible en Europa.
Perteneciente a una estirpe de médicos y cirujanos innovadores con una larga tradición, el Dr. Caralps dedicó su vida a hacer avanzar los límites de la medicina. Las tentativas experimentales de trasplante renal de principios del siglo XX en Europa se convirtieron en una realidad clínica en nuestro país en 1965, en el hospital Clínic, gracias al tándem formado por el doctor Antonio Caralps y el cirujano excepcional profesor Josep M. Gil-Vernet. Este primer trasplante renal funcional abrió una esperanza a los enfermos con insuficiencia renal irreversible, que hasta entonces solo podían recibir tratamiento con diálisis crónica. Al introducir el trasplante renal en nuestro país, el Dr. Caralps sentó las bases de una práctica médica que, con los años, ha salvado miles de vidas.
El Dr. Caralps formaba parte de los llamados padres fundadores de los trasplantes, una comunidad científica de pioneros que, tanto en Europa como en Norteamérica, compartían retos y soluciones en un campo tan innovador y complejo como era el de la trasplantología.
En la década de los años setenta, el Dr. Caralps lideró también el inicio del programa de trasplante renal en el hospital universitari Vall d’Hebron, y posteriormente en los hospitales universitarios de Bellvitge y de Germans Trias i Pujol. En todos estos centros creó equipos nefrológicos sólidos que continuaron los programas que él había iniciado.
El Dr. Caralps era una persona generosa con su saber. Enseñó y formó a varias generaciones de médicos nefrólogos, tanto de aquí como de fuera, que a su vez iniciaron y consolidaron programas de trasplante en numerosos centros. Se puede decir que su actitud altruista ayudó a configurar el modelo de organización descentralizada del trasplante, que tantos buenos frutos ha dado en nuestro país.
Clínico exquisito, atrevido en las hipótesis diagnósticas y prudente en las decisiones terapéuticas, obtenía resultados difíciles de superar incluso con la débil inmunosupresión utilizada hasta los comienzos de los años ochenta.
Además, el Dr. Caralps era un orador y comunicador excelente. Su lenguaje conciso, preciso y comprensible cautivaba colegas, estudiantes y pacientes. Su visión, su rigor científico y su compromiso constante con los pacientes y con la sociedad lo convierten en una figura clave de la historia de la Medicina moderna.
Hoy, en su despedida, reconocemos no solo su legado como nefrólogo, sino también como humanista que creyó profundamente en el progreso médico al servicio de las personas.
Descanse en paz.