Destacando como un faro en medio de la sabana senegalesa, despunta el minarete mayor de la gran mezquita de Touba. Está escoltada por otros que marcan los puntos cardinales, pero que no alcanzan los impresionantes 87 metros de altura del central. Desde lejos, los peregrinos muriditas saben que están llegando a la ciudad fundada por Amadú Bamba.
Viendo la magnificencia del templo y la extensión de la ciudad de Touba –una conurbación que se acerca a toda velocidad a los 900.000 habitantes– se hace difícil pensar que hace apenas un siglo en ese lugar no había nada más que unos árboles dispersos.
Románticamente, se dice de Touba que es la única ciudad del mundo que se fundó gracias a un poema, el que soñó Amadú Bamba a la sombra de uno de esos raquíticos árboles de la sabana senegalesa. Allí creyó haber recibido el encargo divino de crear un lugar al que pudiera ir todo aquel que quisiera apartarse del mundanal ruido y llevar una existencia mística. Experimentando el ajetreo de las calles de la Touba actual, podría decirse que ha conseguido su objetivo parcialmente.
Bamba rompió con las normas más estrictas del islam clásico y se acercó al sufismo, que propugna el encuentro con Dios a partir de las artes y las ciencias. Desde la década de 1924, en que se enfrentó a las autoridades coloniales francesas, la comunidad muridista que fundó ha llegado a tener más de tres millones de seguidores, una sexta parte de todos los habitantes de Senegal.

Los peregrinos en la tumba de Amadú Bamba dentro de la Gran Mezquita
Con aportaciones y trabajo voluntario de sus seguidores, se alzó la gran mezquita, que hoy es un enorme templo en constante crecimiento de una magnificencia difícil de creer en medio de la ruda sabana. Sus suelos y columnas están cubiertos de mármoles, los mocárabes son espléndidos, las lámparas de araña lucen como espejos... Y las paredes que todavía mostraban el color del ladrillo van siendo recubiertos progresivamente con el fin de que la mezquita aparezca con el blanco de la pureza.
A los muriditas les gusta decir que en su ciudad el Gobierno senegalés tiene poca ascendencia, y que son los propios fieles quienes se organizan por su cuenta. Por ejemplo, alojándose en casas particulares o en campamentos. Pues en Touba no hay hoteles, y los únicos negocios de ese estilo están en la cercana Mackbe, a poco más de ocho kilómetros. No pasarán muchos años antes de que esta villa quede absorbida por la propia Touba, tan rápido es su crecimiento.
En Touba abundan los niños mendigos, pero no por pobreza, sino como parte de su trabajo comunitario
En Touba no se puede fumar ni beber alcohol. Pero no hay una “policía religiosa” encargándose del cumplimiento de la norma. Sencillamente son los ciudadanos quienes se autorregulan y hacen ver a quien la incumple que debe alejarse lo máximo posible del centro.
El momento culminante del año para ir a rendir culto a Amadú Bamba es la gran peregrinación del Magal, en el que se dan cita hasta tres millones de personas. No todos son muriditas. También van seguidores de otras de las escuelas de interpretación del islam. Y, claro, personas que no profesan la religión musulmana. De hecho, todo el mundo es bienvenido a la Gran Mezquita siempre que cubra sus brazos y piernas con vestimenta (las mujeres, además, deben taparse el pelo).
Al visitante extranjero puede sorprender ver a tantos niños mendigando por la ciudad. No es un indicativo de pobreza, sino que forma parte de su aprendizaje en el trabajo comunitario y servicio al prójimo. Lo que recaudan no es para sus familias sino para que sean atendidos los menos favorecidos de la ciudad. Como los peregrinos se cuentan a millares, este sistema es una especie de “seguridad social” de la cofradía.
Dato trabajoso de confirmar, se dice que en Touba hay hasta cien mezquitas, además del gran templo, donde está enterrado Bamba y también sus sucesores. En cualquier caso, un par de días de ascetismo por la sorprendente Touba es una experiencia sensacional.
Cómo llegar
Touba está a 190 kilómetros de Dakar. Es imposible prever cuánto dura el trayecto en microbús, pues las paradas son innumerables. Puede costar hasta media jornada de viaje. El taxi, un poco más caro pero asequible para bolsillos extranjeros, es más eficaz y puede cubrir la distancia en poco más de tres horas.