Getreidegasse, una de las calles comerciales más importantes de la ciudad de Salzburgo, es un bullicio constante de transeúntes que, sin llegar al nivel del griterío, se agolpan en las puertas de los comercios como Swarovski, Swatch, Kirchtag -producción artesana de paraguas desde hace más de cien años- o la tienda de Red Bull. A la altura de Hagenauerplatz, donde se puede torcer hasta llegar directamente el río Salzach, hay un supermercado de la cadena Spar, perfectamente camuflado con las fachadas tradicionales de los edificios. Justo al lado, hay una placa donde puede leerse lo siguiente: Mozarts Geburtshaus, la casa donde nació Mozart.
Hay que fijarse mucho, pero nos encontramos ante el lugar donde llegó al mundo, en 1756, uno de los grandes genios de la historia de la música clásica. Wolfang Amadeus Mozart tenía tanto talento que mostraba unas ojeras gigantescas de tanto trabajar y doemir tan poco. Dice que durante sus trayectos desde Salzburgo hasta los lugares donde daba los conciertos no paraba de componer.
Era una cuestión de casi vida o muerte: tenía la sensación de que le iba a explotar la cabeza si no lo hacía. Lo que escribía en unas horas el músico de Salzburgo necesitaría de semanas e incluso meses para cualquier otro profesional reconocido en el mundo, a día de hoy.

Cocina de la casa de nacimiento de Mozart
Fue aquí donde vivió durante algunos años con su padre, Leopold Mozart, que acabaría siendo compositor de la corte del arzobispo de Salzburgo Sigismund von Schrattenbach, su madre, Anna Maria Pertl, y su hermana, Maria Anna Ignatia, apodada como Nannerl. El resto de sus hermanos murieron a edades muy tempranas.
Fue precisamente en esta casa donde Leopold, obsesionado con el éxito de sus hijos, les obligaba a aprender piano y violín a diario. Los dos fueron niños prodigio, incluso algunos cuentan que su hermana lo era incluso más que Wolfang, pero su condición de mujer la relegó a un segundo plano desde el principio.

Árbol genealógico en la casa de nacimiento de Mozart
En la casa -cuya visita tiene un precio de 15 euros- se pueden visitar las habitaciones del piso donde vivían los cuatro, y conserva algunos objetos originales de la familia. Hay incluso algunas cartas en las cuales se lee cómo Mozart pide dinero prestado a algunos de sus amigos y conocidos en varias ocasiones.
Y es que el compositor, a pesar de las grandes cantidades de dinero que llegó a ganar, se arruinó en numerosas ocasiones. Derrochaba dinero bebiendo e incluso apostando, llegando a ser expulsado de varios restaurantes y tabernas por los espectáculos que montaba.
En el número 9 de Getreidegasse vivió la familia durante 26 años, hasta que en 1773 se trasladaron a la casa del Maestro de Baile, en la actual Makartplatz, mucho más conocida y publicitada. Allí estuvo ocho años, hasta que en 1781 fue trasladado a Viena. Esta casa-museo, con una entrada de 15 euros para adultos y 4,50 euros para niños de entre seis y 14 años, era el lugar donde el maestro Lorenz Spöckner daba clase de baile a los aristócratas, que se preparaban para la vida en la corte. Su amistad con los Mozart propició el traslado de la familia, cuya casa anterior se les había quedado pequeña para las recepciones sociales.
No solo se pueden visitar los lugares emblemáticos del músico durante su niñez y juventud. El viaje a musical a Salzburgo también puede ser vivencial gracias a la increíble oferta de conciertos que hay en la ciudad. Uno de los lugares más recomendables es el palacio Schlosskonzert Mirabell. Los espectáculos tienen lugar en una sala revestida de mármol de estilo barroco, que envuelve al espectador en una atmósfera única, considerada una de las salas de concierto más importantes del país y de todo el mundo.
La fundación Mozarteum Salzburg organiza un festival de nivel internacional con los mejores artistas del mundo
Otra de las opciones imprescindibles para los fanáticos de la música clásica son los conciertos-cena en St. Peter Stiftskeller, en la sala de conciertos del restaurante más antiguo de Europa, que los Mozart frecuentaban a finales del siglo XVIII. Los menús, compuestos generalmente por tres platos, se ofrecen en los interludios y abren la posibilidad a experimentar en primera persona una cena con la música en directo del genio de Salzburgo en pleno 2025. Dos cantantes de ópera y cinco instrumentalistas son responsables de la programación musical.

Un músico tocando el arpa en Residenzplatz
La guinda del pastel, si se viaja a finales del mes de enero, es la Semana de Mozart. Coincidiendo con el aniversario del músico, la fundación Mozarteum Salzburg organiza un festival de nivel internacional con los mejores artistas del mundo. El próximo festival tendrá lugar entre el 27 de enero, fecha de nacimiento del artista, y el 1 de febrero de 2026. Casi tres siglos más tarde, al contrario que muchos géneros pasajeros que viven su momento de gloria y desaparecen, la música del genio de Salzburgo sigue sin pasarse de moda.
La guinda
La ciudad de la sal
La palabra de salario proviene del latín salarium, que se traduce como pago de sal. En la época del imperio romano, a algunos soldados y funcionarios se les pagaba con saquitos de sal, un producto tan valioso por sus propiedades como escaso. Hace más de 4.000 años que se descubrieron los primeros yacimientos de sal en los alrededores del territorio que hoy ocupa la ciudad de Salzburgo.
De ahí le vino el nombre a la ciudad y a la región, y también al río Salzach, por donde navegaban las naves cargadas de lo que entonces se conocía como el ‘oro blanco’. A tan solo 20 kilómetros se encuentran las minas de Berchtesgaden, donde los celtas ya empezaron a extraer el mineral hace más de 2.000 años. Se trata de una excursión perfecta para ir en familia, con un precio, eso sí, algo elevado: 70 euros para los adultos y 50 euros para los niños. La duración total es de unas cuatro horas.